Rebelión de los vencidos I
Akefeh von Koerber: Revuelta de los caídos I, parte izquierda del tríptico del mismo nombre de 1946
Dibujo a carboncillo: Revuelta de los golpeados II
Dibujo a carboncillo: Revuelta de los golpeados II
Dibujo a lápiz para Levantamiento de los Vencidos II
Dibujo a lápiz para Levantamiento de los Vencidos II
Dibujo a carboncillo: Revuelta de los golpeados III
Dibujo a carboncillo: Revuelta de los golpeados III
Prisioneros de los campos de concentración cantando
El canto de los prisioneros de los campos de concentración
Dibujo a carboncillo: Mujer pariendo
Dibujo a carboncillo: Mujer pariendo
Dibujo a carboncillo: Agotamiento tras la huida
Dibujo a carboncillo: Agotamiento tras la huida
Dibujo a carboncillo: Madre refugiada con su hijo muerto
Dibujo a carboncillo: Madre refugiada con su hijo muerto
Dibujo a carboncillo: Madre con niño a la fuga II
Dibujo a carboncillo: Madre con niño a la fuga II
Madre con niño a la fuga I
Madre con niño a la fuga I
Dibujo a carboncillo: Esperanza de ayuda
Dibujo a carboncillo: Esperanza de ayuda
Dibujo a carboncillo: Hombre con caballo
Dibujo a carboncillo: Hombre con caballo
Dibujo a carboncillo: Mujer sentada
Dibujo a carboncillo: Mujer sentada
Dibujo a carboncillo: Retrato de la Sra. Naum
Dibujo a carboncillo: Retrato de la Sra. Naum
Dibujo a carboncillo: Reflexión
Dibujo a carboncillo: Reflexión
Dibujo a carboncillo: Dos monjas ciegas tras el ataque de bomba
Dibujo a carboncillo: Dos monjas ciegas tras el ataque de bomba
Dibujo al carbón: Morir
Dibujo al carbón: Morir

Durante la Segunda Guerra Mundial, la cual sintió en carne propia en Alemania desde 1941 hasta su final, Akefeh descubrió la técnica de los dibujos al carbón, que le pareció especialmente adecuada para procesar artísticamente los acontecimientos y experiencias que vivió. Todo lo que estaba en tan marcado contraste con el mundo mayormente idílico, pero siempre colorido, de la miniatura persa necesitaba una técnica de pintura poderosa y formatos grandes. El horror, los miedos, las noches de bombardeo, que pasó en parte en el búnker y en parte en el ático desde donde tenía que arrojar las bombas de fósforo a la calle; pero también la esperanza de una andar común para la creación de un mundo nuevo y de paz inspiraron sus pinturas.
A menudo trabajaba en miniaturas y grandes formatos en paralelo. El contraste entre las dos formas de trabajo la acompañó de ahora en adelante durante toda su vida. Nunca se apegó a técnicas especiales, sino al contenido, que exigía formas de expresión adecuadas.